Lactancia materna, ¿sí o no?
Mónica Martínez Villar
11/14/20252 min read


Cuando alimentar se vuelve un juicio: una reflexión necesaria
La cuestión que planteo hoy en el blog podría parecer sencilla: “que cada uno haga lo que quiera”. Sin embargo, vivimos en un momento en el que la lactancia materna se ha erigido casi como la única alternativa válida para alimentar al lactante. En la consulta se hace palpable como la lactancia materna se sitúa, en ocasiones, incluso por encima de las propias necesidades del bebé o de la familia, generando conflictos entre los padres, entre estos y el pediatra o, peor aún, un conflicto interno en la propia madre, que siente que no está cumpliendo con su “deber” si opta por la lactancia artificial.
La Organización Mundial de la Salud recomienda iniciar la lactancia materna en la primera hora de vida y mantenerla de manera exclusiva durante los seis primeros meses, “lo cual significa que no se proporcionarán otros alimentos ni líquidos, ni siquiera agua”. Sobre la frecuencia, indica que “los bebés deben ser amamantados bajo demanda, tan a menudo como quieran, día y noche”, y añade que “no se deben usar biberones, tetinas ni chupetes”. Finalmente, aconseja introducir “alimentos complementarios seguros y adecuados mientras continúa la lactancia hasta los 2 años o más”.
Es cierto que la lactancia materna es un alimento vivo, cuya composición varía según las necesidades del niño, y que confiere una protección inmunológica relevante. No es propósito de este artículo describir sus características ni compararlas con las fórmulas infantiles. El objetivo es apelar al sentido común. La lactancia materna es recomendable y, en determinadas regiones del mundo, puede ser la única opción, pero eso no debería llevarnos a convertirla en un dogma.
La visión actual, aunque bien intencionada, ha generado un clima de culpa y presión sobre las madres, que a menudo se ven obligadas a justificar sus decisiones ante terceros. No hablamos solo de un modo de alimentar al bebé, sino que la lactancia se ha convertido en una cuestión emocional y social, a menudo sujeta a críticas.
El discurso predominante, respaldado y reforzado por las recomendaciones de la OMS, deja poco espacio para la diversidad de circunstancias individuales: madres con una producción insuficiente de leche, lactantes que no se enganchan correctamente o que no ganan suficiente peso, mujeres que deben reincorporarse pronto al trabajo o, sencillamente, madres que no desean amamantar y que no deberían ser juzgadas ni por su entorno ni por el sistema sanitario.
La lactancia artificial, lejos de ser una “renuncia”, es una alternativa segura y científicamente diseñada para cubrir las necesidades nutricionales del lactante. Las fórmulas actuales permiten un crecimiento y desarrollo adecuados. Estigmatizar su uso, además de injusto, puede tener un impacto negativo en la salud mental de las madres y en la armonía familiar.
Tal vez la pregunta no debería ser qué tipo de leche recibe el bebé, sino qué tipo de apoyo reciben sus padres. Promover la lactancia materna es importante, pero aún lo es más promover una libertad informada y respetar la decisión personal de cada familia, sabiendo que, en este caso, el bienestar integral del niño está garantizado con cualquiera de las dos opciones.
En definitiva, amamantar no debería ser un imperativo, sino una opción; y alimentar a un bebé, más que un acto biológico, debería seguir siendo un acto de amor, libre de etiquetas y juicios.
Dra. Martínez Villar
Especialista en Pediatría y Digestivo Pediátrico
Contacto
IQUMED
Avda. Europa, 2 - esquina calle Universidad -
Pozuelo de Alarcón
consultas@dramartinezvillar.com
© 2025. All rights reserved.
